PGR: Primeros auxilios

México, 6 de diciembre (La Razón).- La Procuraduría General de la República requiere de una cirugía mayor. Los últimos seis años no fueron buenos para la institución del Ministerio Público, porque en los planes del gobierno de Felipe Calderón nunca fue una prioridad, ya que en el combate al crimen organizado se privilegió, al menos durante los primeros años, el uso de la fuerza.

De modo paradójico, la PGR tuvo dos muy buenos procuradores: Eduardo Medina Mora y Marisela Morales.

El primero salió de la institución cansado de las grillas en el gabinete y de los enfrentamientos con el secretario de Seguridad, Genaro García Luna.

Su disputa no era personal, y más bien se inscribía en las diferencias de modelo para enfrentar un problema que sin duda estaba creciendo y tenía que ser atendido.

Marisela Morales se hizo cargo de la institución en la recta final de la administración. Buena parte de sus esfuerzos estuvieron orientados a limpiar las áreas más problemáticas y susceptibles a la corrupción y a reconstruir la capacidad operativa de la Policía Federal Ministerial, que fue desmantelada para que no compitiera con la Policía Federal.

Asunto grave, porque se dejó al Ministerio Público sin uno de sus brazos investigadores y sin dientes para hacer valer la ley.

Morales, como en su momento Medina Mora, también se las vio negras con la SSP y el sexenio culminó con un enfrentamiento mediático, a raíz de lo ocurrido en Tres Marías, que nunca se había visto, con esa intensidad, al menos.

La entonces procuradora tuvo la ventaja de conocer bien a la institución y quizá habría logrado mucho más, de no ser porque tenía el tiempo encima.

El presidente Enrique Peña Nieto tomó una sabia decisión al proponer, para su ratificación en el Senado, al diputado (ahora con licencia) Jesús Murillo Karam, como procurador General de la República.

El respaldo de los senadores fue prácticamente unánime, ya que sólo hubo una abstención y Murillo Karam despacha ya en Reforma 211.

Tiene una tarea enorme por delante, pero su propio peso político sin duda ayudará a resanar un edificio que ya acusa las grietas de una estrategia que no fue la adecuada.

No bastará con la voluntad del nuevo procurador, porque los males que aquejan al ministerio son profundos y de diseño.

De ahí que sea de la mayor de las importancias, que la PGR sea vista como una de las prioridades del actual gobierno.

Devolver la capacidad de respuesta y la autoridad a la PGR puede servir para delinear una política de combate al crimen más eficiente y apegada a nuestras leyes.

Pero la diferencia más notable se desprende de la promesa del procurador Murillo Karam al comprometerse a no utilizar al Ministerio Público como una herramienta para cobrar venganzas políticas.

Desde hace 18 años por lo menos, la PGR se convirtió en un instrumento del poder para deshacerse o complicarle la vida a los enemigos y adversarios políticos, lo que causó un daño del que todavía estamos viendo las consecuencias.

Julián Andrade

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