Parte de guerra

México, 28 de noviembre (Milenio Diario).- El análisis de las últimas dos semanas sobre la administración de Felipe Calderón, más que mordaz, es innecesario; y es así porque quienes se van ya no prestan oídos, ni voz ni voto, mucho menos interés. Quienes lleguen tendrán el beneficio de poder cambiar lo que crean conveniente y utilizarlo en su momento como capital político.

Hay grandes diferencias entre culpabilidad y responsabilidad. Desafortunadamente pocos en este país las entienden en su totalidad, y es de ahí como se tienden las ideas que señalan una y otra. En lo que refiere a seguridad, no solo se inserta al Presidente (al término de su mandato) entre culpa y responsabilidad —en ese orden—, sino también a las fuerzas armadas. Sin lugar a dudas, este sexenio fue el parteaguas de la presencia de soldados y marinos ya no solo físicamente actuando con la sociedad, sino mediáticamente. Nunca había existido tanto análisis periodístico en torno a ellos como en el sexenio que termina dentro de dos días.

El parte de guerra entregado por los de uniforme, no podría ser mejor —aquí es donde las “buenas conciencias” y los “ultras” pasan a linchar a quien esto escribe— y la razón se encuentra en que los soldados cumplieron cabalmente con las órdenes dictadas. Lo interesante será entender que dentro de esas acciones emprendidas —contra la delincuencia organizada— lograron como institución, fortalecerse y
encontrar las formas de ayudar a mucho más gente, de la que en determinado momento se pudo afectar; y en segundo lugar demostraron que, ante la capacidad de violencia y poder de la delincuencia, los únicos que pudieron hacerles frente de manera real fueron los soldados de tierra, aire y mar. Se preguntará el lector por qué no se menciona a la Policía Federal; no se hace porque, a pesar de lo logrado, no pudo mantener una fortaleza como institución al igual que las castrenses. Tal es su debilidad al final del sexenio, que no se sabe exactamente cuál será su destino.

Más de 9 millones de operaciones contra la delincuencia por parte de la Sedena en estos 6 años contrastan con las seis mil 65 quejas que se han presentado en su contra en la CNDH, de las cuales solo 98, es decir, 1.61% del total, se han traducido en recomendaciones. Como dato importante es necesario señalar que 85.62% de estas quejas ya han sido concluidas y solo 14.31% se encuentra en trámite. Derivado de esto, 329 militares han sido sujetos a investigación por conductas ilícitas consideradas como violaciones a derechos humanos, resultando 177 indiciados, 91 procesados y 38 sentenciados.

De lo entregado al país con el Plan DN-III-E, resalta el compromiso permanente de los soldados. En el reciente “Ejercicio del Gabinete de Operaciones de Ayuda en Casos de Desastres”, de la XXX Conferencia de Ejércitos Americanos (CEA), donde se reunieron 15 países del continente americano, el Ejército mexicano llamó la atención, entre otras cosas, por mantener dentro de su actitud de servicio, apoyar sin escatimar recursos, ni horario a la población en casos de desastre. En muchos países no es así, sus soldados tienen un horario y al concluirlo se van a sus casas a descansar, aunque los necesite con urgencia su pueblo.

Dentro del parte de guerra, la lealtad que le han brindado jefes y oficiales al Secretario no debería ser motivo de duda para nadie. Las tropas le estarán agradecidas indefinidamente por los incrementos notables en sus haberes.

El general Guillermo Galván Galván termina su alto mando con positivos para la institución. A pesar de lo complejo de los últimos tres años; a pesar de la insistencia civil por enrarecer la sucesión de la Sedena. A pesar de los generales detenidos a mediados de este año.

Se debe tomar en cuenta que uno de los objetivos permanentes de todos los secretarios de Defensa en este país ha sido fortalecer al Ejército en su estructura, en su administración, en su operatividad y, aunque es invisible para muchos, en su capacidad política; el general Guillermo Galván entendió a profundidad cómo desarrollarla y utilizarla para el beneficio interno de la Sedena. Quien no entienda que este sexenio ha sido el más intenso que han vivido los soldados desde la Revolución mexicana, en verdad que se retire del análisis. El liderazgo en la cadena de mando por parte del secretario es indiscutible, propio de un General de División, Diplomado de Estado Mayor.

Se ha insistido en este espacio que no es vital el nombre del próximo general de 4 estrellas. Lo que importa es la fortaleza de la Secretaría de la Defensa ante las necesidades de nuestro país. No hay fórmulas mágicas que den soluciones inmediatas; lo que debe importar a la sociedad es que contamos con unas fuerzas armadas que entregan un parte de guerra, por mucho, más favorable que negativo.

Militares que prefieren el anonimato me han dicho que al cuartel se regresa cuando se termina la tarea.

La salvaguarda de la patria es una tarea permanente.

Juan Ibarrola

Cadena de Mando

Opinión

Milenio Diario

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