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México, 5 de enero.- La crisis desatada por el aumento en el precio de las gasolinas en todo el país no ha pasado desapercibida para los altos mandos militar y naval.
La impopular decisión del gobierno de Enrique Peña Nieto tiene muchas lecturas y reacciones en su gabinete.
En el de seguridad, las decisiones son cautas, mesuradas. Sucede que pese a la tensión creciente por el descontrol del gobierno federal, el general Salvador Cienfuegos y el almirante Vidal Soberón Sanz, decidieron no acuartelar a sus tropas, no entrar en una espiral que desate incertidumbre y errores lamentables.
Soldados y marinos trabajan de manera normal, en los horarios laborales de costumbre y sin advertir posibles despliegues o intervenciones para reprimir manifestaciones, bloqueos, marchas o plantones.
Los militares y marinos que se han visto en algunos hechos violentos como el del atraco masivo a dos tiendas de autoservicio en el Estado de México, pertenecían a una unidad que realiza patrullajes ya acordados en la entidad.
La orden es clara en Sedena y Marina: no acuartelar, no intervenir, no crear más tensiones, evitar roces con la sociedad civil, no avivar más la incipiente llama.
Eso sí, a marinos y soldados se les ha pedido encarecidamente que no anden uniformados en las calles las ciudades en las que viven o a las que van de visita. Más vale, no vaya a ser la de malas.
Videgaray, segundo acto
Con el regreso Luis Videgaray al gabinete de Peña Nieto, el panorama se aclara un poco para las fuerzas armadas mexicanas, sumidas en la incertidumbre de sus relaciones con sus pares de los Estados Unidos.
Videgaray regresa como un auténtico pararrayos, un supersecretario que deberá atemperar todo lo relacionado con el muro, las deportaciones, las inversiones gringas en territorio nacional y restablecer los niveles mínimos de confianza entre los dos países, cosas con las que Claudia Ruiz Massieu no pudo lidiar por el tremendo desgaste en la relación bilateral.
El supersecretario buscará, además, mantener intocados los vasos comunicantes entre la Sedena, la Marina y sus contrapartes en los Estados Unidos. Esto incluye la compra de armamento y equipo militar para la guerra antidrogas y para ir completando las etapas de modernización en el Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada de México.
Es mucho lo que se ha avanzado en este sentido en la relación bilateral bélica entre México y los Estados Unidos. Es un agenda delicada y quizá sea la única en la que Trump y su gente muestren verdadera sensatez al pronunciarse y actuar.
De hecho, ha sido la única en la que el nuevo presidente norteamericano no ha objetado algo.
Mientras tanto, en los cuarteles militares y navales, el consenso de la tropa es que a los manifestantes les asiste la razón.
Redacción
Estado Mayor MX