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Respetar o hundirse
El alto mando naval determinó que de aquí a que termine el sexenio de Enrique Peña Nieto, la agenda primordial a atender será a de los derechos humanos, sobre todo después de la ofensiva que desde diversos países y organizaciones civiles ha enfocado a militares y navales mexicanos como objetivos primordiales en la rendición final de cuentas en la guerra antinarco.
El mando que tiene la misión de llevar a buen puerto la vapuleada nave de los derechos humanos, torpedeada en buena medida por los excesos de la tropa, es el Contralmirante Hilario Tiburcio Durán, cuya hoja de servicios lo colocó como el marino ideal para la delicada encomienda.
El Contralmirante llegó hace casi dos años a lo que era la Unidad de Atención y Protección a la Ciudadanía, creada en 2011 y que estuvo encabezada por el almirante Oscar Alejandre Rosas (quien está por pasar a retiro).
Entre los estudios que ha hecho el Contralmirante Durán están los de Maestría en Administración Naval en el Centro de Estudios Superiores Navales (CESNAV), la Licenciatura de Ingeniería en Ciencias Navales en la Heroica Escuela Naval Militar.
Además, tiene la Especialidad en Radar en el Centro de Instrucción en Buques tipo Destructor, así como el Curso de Mando Naval en el CESNAV, el Diplomado en Dirección de Programas de Protección Civil y Prevención de Desastres en el Centro Nacional de Prevención de Desastres y el Diplomado en Planeación, Programación y Presupuesto en el Instituto Nacional de administración Pública.
Al principio del sexenio de Vicente Fox, el contralmirante Durán (quien entonces era Capitán de Fragata), estuvo en áreas de inteligencia y estrategia de la lucha antidrogas, formando parte del equipo de oficiales encargados de llevar el día a día de las intercepciones de narco-botes en el mar.
Fue parte del grupo de analistas que estructuraron y le dieron amplia efectividad y notoriedad a la Operación Sellamiento, con la que la Marina lanzó la estrategia del trinomio (buque, helicóptero y lancha interceptora) para lograr espectaculares intercepciones y decomisos en alta mar.
Durán y el entonces capitán José Luis Arellano hicieron mancuerna y entregaron cifras exitosas en materia de intercepción naval, con toneladas de cocaína y mariguana capturadas en el Caribe y en puntos cercanos a las costas de Chiapas y Oaxaca. Para lograrlo hicieron un uso racional y extendido de las interceptoras Polaris y Acuario, así como de toda una generación de Patrulla Oceánicas construidas en astilleros de la Semar.
¿Mala conducta?
A Durán le ha tocado entonces la parte del sexenio en la que la inusual efectividad de los marinos a la hora de enfrentarse con los narcos, pasó de ser virtud a convertirse en vicio, según los críticos del trabajo naval contra el crimen organizado.
El artículo publicado hace dos semanas por el New York Times (NYT) acerca de la inusual efectividad de los para abatir (matar) delincuentes -en una relación de 30 fallecidos por uno herido-, se ha sumado a nuevos análisis e informes elaborados dentro y fuera de México sobre el tema.
Hace unos días, la organización Open Society- dio a conocer un amplio estudio sobre los saldos de la guerra contra el narcotráfico, centrando su análisis en las miles de muertes y desapariciones de civiles, pertenecientes o no a grupos criminales.
A la par de las decenas de miles de víctimas que ha producido y sigue produciendo esta guerra sin control, se dan fenómenos como el desplazamiento de comunidades enteras, de familias, la trata de personas, el secuestro, la extorsión, las violaciones y abusos sexuales, las operaciones militares y policiales sin control y la aplicación discrecional de un esquema de justicia que produce más impunidad.
El texto de Open Society presenta dos ideas fundamentales: en México sus fuerzas armadas, a la par del cártel de los Zetas, cometen desde el sexenio de Felipe Calderón crímenes de lesa humanidad; el Estado mexicano ha demostrado ser incapaz para controlar esta situación y por ello se requeriría de una organismo supranacional que revise, detenga y castigue tales excesos.
De ese tamaño es el reto que el almirante Vidal Francisco Soberón y el contralmirante Hilario Tiburcio Durán están enfrentando para contener y corregir, desde su trinchera, lo que sigue, lo que viene inevitablemente y que es una revisión académica, política e histórica del papel de las fuerzas armadas mexicanas en el combate al narco.
Los conceptos han cambiado. De los abusos y excesos, pasamos ya, en cuestión de semanas, a crímenes de lesa humanidad de los que señala a las fuerzas del Estado. A ese nivel llegaron las cosas, hasta ese punto se dejaron crecer.
No importa cuánto se esfuerce el gobierno peñista en negar o matizar los hechos, la historia, los casos, los miles y miles de muertos y desaparecidos que siguen en aumento abaten cualquier discurso oficial y mediático.
Jorge Medellín
@JorgeMedellin95