México, 8 de octubre.-Lo que hoy se conoce en el mundo militar y, obvio, también en el ámbito de seguridad pública como “Modelo Coahuila” surge a mediados del 2008 como una iniciativa mía planteada al gobernador Humberto Moreira.
Ante su apoyo, incondicional además de pleno de solidaridad, el proyecto fue creciendo hasta convertirse en el grupo más numeroso de militares en situación de retiro que se desempeñan en funciones de seguridad pública en una entidad de la República.
A principios del 2010 suman dieciséis jefes militares, la mayoría generales, que tienen bajo su mando –también en situación de retiro- a más de ciento noventa militares.
El “Modelo Coahuila” se significa, con la voluntad espléndida del gobernador Moreira, como el único que trabaja de forma integral, colaborando entre sí, bajo el mando moral de los comandantes de la Región y de la Zona Militar del Estado, en una relación democrática con el poder civil.
Todos los jefes militares dentro de este “Modelo” vienen comisionados, después de pasar pruebas de confianza, por la Secretaría de la Defensa Nacional. Ya han sido rotados, previa autorización militar y consenso con la comandancia de la Región Militar, a conveniencia del gobernador.
Actualmente diez son directores de seguridad pública municipal, cinco tienen los principales mandos de la policía ministerial estatal y otro es el Subsecretario de Readaptación Social.
Cada uno de los jefes gana el mismo salario, independientemente de su jerarquía castrense o de la comisión que desempeña. Este se paga, o se “completa su pago oficial” con recursos del erario estatal directamente. Lo que incide abiertamente en la relación de colaboración y respeto con las autoridades municipales y/o civiles.
Es decir, en la práctica no existe sino una relación laboral de respeto con sus jefes directos. Lo que permite un desempeño completamente distinto.
De idéntica forma todas las prestaciones que reciben son iguales, renta, gastos, seguro médico, seguro de vida, vehículo blindado, número de colaboradores en una nómina confidencial, todo es igual para todos.
A su vez el gobernador Moreira les ha repetido, y así es en la práctica cotidiana, que no existe ninguna línea para su desempeño. Que no hay ninguna imposición o limitación a su actuación dentro de la ley. Por lo que pueden proceder a limpiar instituciones habitualmente corrompidas por el crimen organizado. Tanto las policías locales como las instituciones sociales que en provincia sostienen actividades criminales. Así como evitar “obedecer” consignas interesadas de los presidentes municipales o de algún funcionario estatal.
En Coahuila, dentro de este modelo, los jefes militares no reciben otra consigna que cumplir y hacer cumplir la ley. Su jefe moral, hay que insistir en ello, es el Comandante de la Región Militar, lo que además estrecha la colaboración de las policías bajo su mando con el Ejército en operativos de combate a la delincuencia.
Hay una libertad inmensa que significa al “Modelo Coahuila”.
Otra característica singular es que cuentan con sobresueldos para su personal de confianza, así como con vehículos blindados y gastos suficientes que incluyen el pago de una renta habitacional. Esto ha derivado, en los hechos, como una estructura altamente eficiente para garantizar su seguridad personal de cara a la operación de “limpieza” de policías corruptas.
No están solos. Lo que los hace menos vulnerables y, no menos importante, más eficientes en su desempeño.
El gobernador Moreira tiene reuniones mensuales de trabajo con todos ellos. Ninguno tiene acceso personal o individual a él, lo que deviene en una relación democrática e igualitaria. Y garantiza que no existen consignas expresadas a solas o desautorizaciones que pudiesen afectar su desempeño.
En dichas reuniones la palabra de los comandantes militares en activo establece directrices sobre el trabajo, en conjunto con el gobernador. Que después son informadas a las autoridades civiles.
Hay una transparencia cierta, práctica, altamente productiva en su desempeño. Que, además, admite el escrutinio y la crítica colectiva.
Todos ellos comparten una vida pasada castrense en común. Por razones de antigüedad y edad, casi todos, fueron compañeros en algún momento de su vida profesional. Lo que fomenta una relación de compañerismo que aumenta su eficiencia. Y da espacio para compartir información sobre su trabajo y la realidad criminal que deben someter cotidianamente.
Por razones de seguridad todos los jefes militares y sus colaboradores viven lejos de sus familias, agrupados en forma muy semejante a lo que es la vida en un cuartel. Algunos pernoctan en sus oficinas. Otros tienen vivienda en las zonas militares también por razones de seguridad.
Este modo de vida, espartana en todo sentido, permite que el poder civil y la sociedad toda puedan comprobar su honestidad.
Todos ellos tienen los mismos cursos de capacitación tanto en lo personal como para sus colaboradores, lo que permite que trabajen como un grupo compacto. Esto es muy notorio en materia de comunicación social.
Se han implementado, como parte de este “Modelo Coahuila”, a militares como jefes de prensa de cada uno de ellos. A quienes, a partir del conocimiento de usos y costumbres castrenses, se les ha dado entrenamiento. Y, asimismo, se les proporciona permanente asesoría.
Cada uno de ellos tiene un programa de radio semanal con llamadas abiertas de la ciudadanía, y rinden informes periódicos a la opinión pública sobre sus actividades, esto después de tomar diversos cursos de comunicación. Hay un verdadero acceso a la información que rompe modelos castrenses antiguos de secrecía. Se ha incorporado el uso de Internet con páginas personales y una conjunta con información sobre sus actividades.
Y por último, dentro del “Modelo Coahuila” esta mi desempeño como enlace permanente entre ellos, entre ellos y el gobernador, entre ellos y los jefes militares en activo, entre ellos y el alto mando de la Sedena, y no menos importante entre ellos y la parte administrativa del gobierno lo que evita que tengan que hacer antesala alguna o sufran molestias para cobrar sus remuneraciones.
Este “Modelo Coahuila” ya ha trascendido. En Quintana Roo siete jefes militares han sido contratados en diciembre, junto con más de cincuenta colaboradores, para desempeñarse en seguridad pública de la zona norte de la entidad, bajo iguales condiciones de trabajo, salario, autonomía y colaboración con las autoridades militares.
Isabel Arvide
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